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lunes, 15 de noviembre de 2010

Periodismo

Entrevista/Jesús Barrios, artista plástico y predicador

“Si ustedes me sacan la sangre yo pintaré con mi sangre”

Pintor graduado en la Escuela de Diseño y Arte Otis Parsons, en Nueva York, Estados Unidos. Se encargó de la vitrina de la librería del Ateneo de Caracas por más de 18 años; actualmente no posee un trabajo fijo. Mata tigres y predica el sermón de la montaña de Jesús de Nazaret


Quien sea asiduo a visitar Bellas Artes la vista habrá acostumbrado a ver a los numerosos bichos raros que deambulan por la zona: hippies, emos, punketos, vagabundos, uno que otro hare krishna; y quizás, si todavía le quede asombro, volteará a ver a Jesús Barrios. Kipá sobre la testa, barba grisácea, crucifijo que domina el torso, camisola hindú morada que reza en hebreo “rey de reyes” sobre el dorso, pantalón negro a rayas y sandalias que cubren unos pies que parecen no pasar de la talla 40; quien siga esas claves podrá identificarlo. Además, ese día, lunes primero de noviembre, camina con una bolsa de pan árabe que reparte entre las personas que así lo desean.

El rumbo que sigue Jesús, para ese momento en Bellas Artes, es el de su casa. A todas las personas que ve en la calle durante su trayecto las saluda, abraza y besa. Cabría preguntarse si conoce a todas las personas a las cuales extiende su mano. Se detiene ante una pareja de homosexuales, cuadra una cita para el día de mañana, los abraza, besa y se despide. Continúa su camino. Monta un autobús y en cuestión de pocos minutos, no hay cola, se baja en San Bernardino. Camina dos cuadras, continúan los abrazos, besos y saludos. Jesús se detiene ante un edificio viejo y desconchado, abre la reja y sube tres pisos por unas escaleras que podrían tener su edad, 51 años. Una nueva reja aparece, la abre, ha llegado a casa.

Jesús aún vive con sus padres: Itala Gallipoli de Barrios, de 81 años de edad, y Efraín Barrios Cabrera, de 91 años de edad. El apartamento se circunscribe a la vena artística de Jesús. Sus cuadros dominan la sala y el pasillo que lleva a su dormitorio. Cualquier bisoño podría identificar en los cuadros dos tendencias: una oscura y otra de luminosidad.

¿Etapa oscura y de la luz, en qué se diferencia cada una dentro de su pintura?― El período oscuro es una etapa pesimista que tuve como visión, a los 12 años, que el mundo iba a lo que estamos viviendo ahora. Esa visión apocalíptica del hombre y su ego, la vanidad y la envidia. Reflejo todo eso en mi pintura hasta los 20 años. La etapa de la luz es un yang-yang, en la cual veo todo surrealista y de forma irreal.

¿Qué descubre que lo hace pasar de la etapa oscura a la de la luz?
― Descubro la felicidad y descubro a Cristo. Empiezo a degustar su discurso. Buscándolo con ese amor que él habla.

¿Cuántas exposiciones lleva?
―No creo en exposiciones, sólo llevo dos. Pienso que el galerista toma ventaja de uno siempre. La primera exposición que hice la realicé porque quería ir a Israel. Vendí mis cuadros y logré mi cometido.

Su primera exposición, en el Ateneo de Caracas, fue de cuadros hechos con su sangre ¿Por qué pintar con sangre?
― Pinto con sangre debido a que me la sacaron por 33 años, por sufrir un trastorno de bipolaridad, y cómo medio de rebeldía si ustedes me sacan la sangre yo voy a pintar con mi sangre. Porque mi sangre es mía.

¿Cuál fue el último cuadro que pintó con sangre?
― Fue el año pasado, que me dio una sarna horrible. Me fui a un barrio y me acosté en el colchón de una perra, y a los dos días amanecí con sarna por todo el cuerpo. Hice algo alusivo a eso. El cuadro tiene una inscripción que dice: a veces Dios, a veces Frida. A veces pienso en la sufrida.

¿Recuerda su último trabajo artístico?
―Sí, fue para la obra de Oscar Wilde, de Palo de Agua. Allí realicé la pintura escénica.

Un artista bipolar
La compañera actual de Jesús se llama Valcote, la toma una vez al día y es la pastilla que controla su organismo. Evita que recaiga en su trastorno bipolar, enfermedad que le fue diagnosticada a los 20 años de edad en Francia, justo cuando iba a empezar a estudiar en la Escuela Superior de Bellas Artes, en París. Debido al trastorno tuvo que regresar a Venezuela, para luego ir a estudiar a Estados Unidos.

¿Qué efectos genera en usted la bipolaridad?
― Me da por los delirios de grandeza, me creo Cristo. Una cosa maravillosa. Me creo el rey de reyes.

¿Ha tomado su enfermedad como algo malo?
― No, para nada, es lo más bello que me ha pasado. Lo que pasa es que no logro controlarlo: no duermo, soy hiperactivo y la energía que tengo es impresionante.

¿Qué sucede cuando tiene recaídas debido a la bipolaridad?
― La gente me ve raro, siento una energía persecutoria, de que la gente me va a señalar, me va a perseguir, me va a crucificar. O sea, repito la historia sagrada pero contemporáneamente.

¿Su última recaída cuándo fue?
― No recuerdo. Ahora sólo tengo leves conatos, pero yo los controlo. Tengo autocontrol.

El ocaso de un artista
Sentado en una silla de su habitación, y mientras suena la banda sonora de La Pasión de Cristo, Jesús Barrios se reconoce a sí como a un viejo que vive la etapa actual de su vida para complacerse. No admite remordimientos y considera que ha hecho todo lo que ha estado a su alcance para ser un buen artista.

¿La etapa que vive ahora es de predicar?
― Ahora estoy simplemente hablando pendejadas. Yo digo que es predicar.

Basa su prédica en el sermón de la montaña de Jesús de Nazaret ¿Por qué ese y no otro pasaje de la Biblia?
― Porque esa es la parte donde Jesús dice ámense los unos a los otros, dar de comer a quien tiene hambre. Ese es el discurso revolucionario. El sermón de la Montaña es la Biblia, el Corán, la Tora y es lo que debemos leer y aplicar.

¿A quiénes le predica?
―Estoy con los pobres, esa es mi clase. Me reúno con piedreros, prostitutas, lesbianas y maricos.

¿Cuál es el mensaje a un gay?
― El mensaje es decirle no estén cogiendo más que una cabra. Ámense, porque ámense los unos a los otros. Ahora, háganlo con prudencia, y si estás infectado no infectes a alguien más.

Viendo la vida en retrospectiva ¿Cuál considera que ha sido la misión de su vida?
― Tratar de emular a Jesús. Capaz lo estoy haciendo mal en la forma en la que lo estoy haciendo, pero en el camino sabré cuál es el camino correcto. Yo no puedo predicar como los testigos de Jehová, porque la gente no me va a oír. Yo le meto mano a la gente, le echo broma, digo muchas groserías, esa es mi forma de ser.

¿Cómo quisiera ser recordado Jesús Barrios?
― Yo creo que no habrá tiempo para que recuerden a nadie si vamos como vamos. Yo quiero que cuando me muera se arme una gran rumba y digan descansamos de este coño de madre.

Por último ¿Nunca ha pensado en salir de la casa de sus padres y vivir solo?
― Claro, un día cuando mis viejos mueran me voy errante, creo que a la Gran Sabana. Yo quiero estar con ellos hasta el final.

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